jueves, 11 de diciembre de 2008


LA ESCLAVITUD INFANTIL EN EL CONTEXTO DE LA GLOBALIZACIÓN

La sociedad, que prefiere el orden a la justicia, trata a los niños ricos como si fueran dinero, a los niños pobres como si fueran basura, y a los del medio los tiene atados a la pata del televisor. Mucho antes de que los niños ricos dejen de ser niños y descubran las drogas caras que aturden la soledad y enmascaran el miedo, ya los niños pobres están aspirando pegamento. Mientras los niños ricos juegan a la guerra con balas de rayos láser, ya las balas de plomo acribillan a los niños de la calle, porque, desde el punto de vista del sistema, la vejez es un fracaso, pero la infancia es un peligro. Algunos expertos llaman "niños con escasos recursos" a los que disputan la basura con los buitres en los suburbios de las ciudades. E. Galeano.

Junto con el incremento de la mendicidad, las clases peligrosas en los suburbios y el paro, reaparece en este fin de siglo la figura del niño que trabaja, mostrando todo ello la deshumanización que provoca la globalización económica. El paralelismo con la situación de capitalismo salvaje del siglo pasado descrita por Charles Dickens, Victor Hugo, Emile Zola o Edmundo de Amicis, sería más que evidente si no fuera porque el sistema, a través de los medios de comunicación, ha introyectado su visión en enriquecidos y empobrecidos. Hoy, la pobreza puede merecer lástima, pero ya no provoca indignación; se considera que hay pobres por las leyes del juego (léase "del mercado") o por la fatalidad del destino. En el planteamiento neoliberal, los pobres son incluso un mal necesario, para disciplinar a la parte de la población con más riesgo, que todavía tiene trabajo y puede consumir, y así exhortarle a que no proteste y sea más "competitiva". Vamos entonces a tratar de desvelar en qué consiste eso de ser "competitivos" y las raíces de lo que está pasando para empezar a tomar conciencia y que salte la chispa que nos haga luchar por un mundo más justo.